Turno 4. 13-19 de julio de 1941.

El Alto Mando Alemán contempla la nueva situación del campo de batalla con un sabor agridulce. Riga y Dvinsk han caído en su poder sin pérdidas de importancia, pero aunque han conseguido afianzar la cabeza de puente, ésta ha sido contenido efectivamente por las fuerzas soviéticas allí situadas y sus refuerzos. Los ataques alemanes han llevado a que los soviéticos apuesten por retiradas estratégicas, y no defensas de la posición que le habrían costado sangrías... Así, los alemanes han cruzado el Dvina, pero los soviéticos han conseguido plantear una buena defensa. Todo cambiará si las fuerzas Panzer consiguen llevar a cabo una ruptura en los próximos días.




Tras intensos debates, los soviéticos deciden abandonar completamente la línea del Dvina, a excepción de las fuerzas que deben quedar con los alemanes, por estar trabadas en combate con ellos. Si bien algunos asesores apostaban por quedarse y resistir en esta línea, al coste que fuese, finalmente triunfó la opinión de que esta línea defensiva ya había aguantado demasiado. Permanecer en ella podría significar una sangría de unidades o incluso un embolsamiento masivo de consecuencias catastróficas. Por tanto, se ordena retirada general hacia la línea de Pskov, aún a costa de que muchas unidades de infantería no puedan llegar en este turno. Cualquier cosa, menos verse rodeados. Las defensas de Leningrado aún son muy débiles, y no se puede permitir que los alemanes lleguen con celeridad. Eso sí, las bajas que esta retirada precipitada puede conllevar para los soviéticos pueden ser peligrosas.


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